Como regla general, en un hogar de acogida típico suele haber varias parejas, y el sexo siempre está en el aire allí. Los padres adoptivos y su hijo adoptivo proceden a tener un sexo grupal sucio, enloquecido y sin simular que cuestiona los límites de la relación correcta entre inocencia y explotación. Es un playpen lujurioso de los pensamientos censurados.