Llegué de trabajar para encontrar a mi madrastra complaciéndose en la sala.No pude resistir la vista de ella de rodillas, acariciando mi eje con sus delicadas manos.La vista de ella sobre sus rodillas, su cara enterrada en mi entrepierna, fue suficiente para hacerme soltar una carga masiva sobre ella.Fue un momento tabú, pero de los que saboreé cada segundo.Mi madrastro, con sus habilidades amateur, me llevó al borde del éxtasis con sus expertas caricias.Era un espectáculo para contemplar, una vista que nunca olvidaré.Mis madrastas me aman era innegable, y la forma en que bajó sobre mí era un testimonio de ese amor.Fue una hora de pasión pura, un momento que me dejó sin aliento y con ganas de más.