Cuando el sol comenzó a subir, nos vimos enredados en un abrazo acalorado, nuestros cuerpos se presionaron entre sí en la habitación con poca luz.Nuestros corazones se aceleraban con anticipación, la emoción de nuestro amor prohibido haciendo que cada momento se sintiera como una eternidad.Éramos dos jóvenes amantes, apenas 18 y 19, atrapados en un torbellino de pasión y deseo.La suavidad de su cabello rubio contra mi pecho, el calor de su piel contra el mío, me estremece la columna vertebral.Nuestra amor era tan intenso como estaba prohibido, y sabíamos que teníamos que tener cuidado de no descubrir a nadie más.A medida que la luz de la mañana se filtraba a través de las ventanas, continuamos nuestro baile apasionado, nuestros organismos moviéndose en perfecta armonía. La vista de su redondo y amplio culo mientras se agachaba para mí, su estrecho agujero listo para ser llenado, fue suficiente para hacerme perder el control.Con una respiración profunda, me sumergí en ella, nuestros gemidos resonando en la casa vacía.La sensación de su estrechez a mi alrededor, la vista de su lindo rostro retorcido de placer, fue suficiente como para hacerme soltar una carga caliente de semen, marcando el final de nuestro encuentro temprano en la mañana.
