En el mundo de la sanidad, los límites se pueden difuminar y los secretos se pueden desplegar.Como joven adulto, me he encontrado lidiando con una atracción inusual hacia mi madrastra pervertida, una rubia bomba que destila un atractivo irresistible.Mientras que mi reacción inicial a mi confesión por parte de los terapeutas fue de sorpresa, ella se apresuró a girar las mesas, guiándome a través de una serie de ejercicios para explorar este deseo poco convencional.Lo que comenzó como un juego de roles inofensivo en nuestra oficina pronto se convirtió en un trío caliente, con mi madrastro asumiendo el papel tanto de terapeta como de paciente.A pesar de su fachada profesional, su apetito insaciable por el placer era innegable.A medida que las líneas entre terapetas y pacientes se difuminaban, nos vimos disfrutando de un encuentro salvaje de exploración anal y enculadas, dejándonos a ambos sin aliento y anhelando más.