Tengo un fetiche peculiar por contratar a una señora de la limpieza para que limpie mi apartamento y luego tenga sexo salvaje y pasional con ella.No se trata solo del acto físico, sino también de la emoción de lo prohibido.La excitación de que la pillen mi mujer o mi compañero de piso, el riesgo de quedar expuesto, y el placer innegable de verla tragar mi carga cálida y cremosa.Es un juego peligroso que juego, pero a uno al que no me resisto.Cada vez que contrato a una nueva sirvienta no puedo evitar imaginar el momento en el que por fin la llevaré, cuando por fin probaré su dulce y apretado culo.Y cuando lo hago, es una explosión de placer que me deja sin aliento.Pero el peligro siempre está al acechado, el riesgo a ser pillado siempre está ahí.Es un partido arriesgado, pero que estoy más que dispuesto a jugar.