El día había sido largo y agotador para mi esposo y para mí.Acabamos de regresar de nuestra ceremonia de bodas y quedamos exhaustos de las festividades.Mientras hacíamos nuestro camino de regreso a nuestra habitación, mi esposo, incapaz de contener su deseo, decidió llevarme allí mismo en el baño prístino.El fresco suelo de mármol debajo de mí, el agua tibia de la ducha cascada sobre nosotros, y el embriagante aroma de nuestro perfume de bodas inundaba el aire.Me susurró cosas sucias al oído, su aliento caliente contra mi piel.Sus manos se desambulaban libremente, explorando cada centímetro de mi cuerpo.Podía sentir su dureza contra mí, doliendo de estar dentro de mí.Me levantó, mi cuerpo se dobló sobre el borde de la bañera y entró en mí.La sensación fue intensa, el agua haciendo que cada toque fuera aún más electrizante.Seguimos nuestro encuentro apasionado, perdido en nuestro propio mundo, ajeno al exterior.Esta era nuestra noche de bodas, y estábamos listos para comenzar nuestra vida matrimoniosa juntos de la manera más íntima posible.
