Así, en la cama de mi hermanastro me doy por vencida a mis deseos pervertidos. Así, nos volvemos sensuales y promiscuos donde realizamos un comportamiento tambaleante de ternura, seducción y cambios de roles de exploración por todo el cuerpo del otro. Permitir que la prohibición cultural se convierta en el fruto prohibido es nuestra máxima indulgencia.