El Día de San Valentín se suponía que era una noche romántica para nuestra familia, pero dio un turno cuando mi padrastro decidió hacernos una broma.Él instaló una cámara oculta en el comedor, capturándonos en los momentos más íntimos.La vista de mi padrafo viéndonos desde la pantalla de arriba fue suficiente para hacerme sentir violada.A pesar del shock, no pudimos ayudar pero seguimos con nuestra cena, tratando de ignorar la presencia de las cámaras.A medida que avanzaba la noche, la tensión entre nosotros creció, lo que llevó a un encuentro acalorado.Damos el paso a nuestros deseos, ignorando las cámaras mirando.La visión de mí padrastro viendo hizo que la experiencia fuera aún más emocionante.Al llegar a nuestro clímax, desatamos nuestras corridas familiares, cumpliendo nuestras pervertidas fantasías.Este día de San Valentin, aprendimos que el amor y la lujuria pueden ser entrelazadas, y que no hay vergüenza en explorar nuestros deseos más profundos.
