Después de un agotador día de trabajo, me vi sola en la oficina, sin poder resistir el encanto de mi vibrador favorito.Cuando comencé a darme placer propio, mi jefe entró, pillándome en el acto.La sorpresa en sus ojos se convirtió rápidamente en deseo, y no perdió tiempo en unirse a mí en el escritorio.Sus hábiles manos tomaron el control, enviando ondas de placer recorriendo mi cuerpo.Su toque era firme pero suave, llevándome salvaje de deseo.Sabía exactamente cómo hacerme gemir, y no pude evitar rendirse ante sus avances expertos. La naturaleza prohibida del encuentro solo se sumaba a su intensidad, haciendo cada toque, cada beso, cada embestida llena de pasión cruda y sin filtros.La oficina nunca había estado tan viva de placer, los sonidos de nuestro encuentro apasionado resonando por los pasillos vacíos.El encuentro fue un torbellino de lujuria y deseo, dejándome sin aliento y deseando más.Era una fantasía cobrada vida, un momento de placer puro y sin adulterar que no cambiaría por nada del mundo.