Rapidin, un hombre muy activo sexualmente, debía golpear el jugoso trasero de su novia en la posición del misionero. Esa noche, mientras la desnudaba, pudo sentir el aumento de sus impulsos sexuales. La embistió frenéticamente con su corta erección hinchada a la tarea dejándola suspirando en un dulce éxtasis.