Las hermanastras, que no tienen otra opción, tienen que pedir ayuda a su vecino. Para algunas, es un sentido del deber, otras provienen de la alegría de ser empleadas y estar dispuestas a ir más allá de lo que se espera de ellas, en este caso, la limpieza. La desesperación las empuja a una persecución salvaje y finalmente conocen al guapo hombre bien dotado.