Mientras la noche se desarrollaba, mi esposa se encontró en compañía de un hombre misterioso, sus deseos la alejaban de mí.Sin saberlo por mí, se había estado entregando a su naturaleza promiscua, buscando placer dondequiera que pudiera encontrarlo.Su lujuria insaciable la llevó a compartirme con este hombre desconocido, un escenario que nunca había anticipado.El pensamiento de que ella estuviera con otro hombre era emocionante y aterrador, un testimonio de su naturaleza salvaje.Mientras se acostaba en la cama, las manos de los extraños exploraron su cuerpo, su toque encendió un fuego dentro de ella.Sus gemidos llenaron la habitación, una sinfonía de placer que resonó en la casa.Sus ojos se encontraron con los míos, un silencioso reconocimiento de sus acciones.No pude evitar excitarme, mi deseo por ella solo se hacía más fuerte.Esta era mi esposa, una zorra que se deleita en el placer de los demás, una perra que no conocía límites.Y yo, su esposo, era impotente para resistirla.
