En un giro del destino, mi hermanastro y yo nos encontramos solos, nuestros padres fuera el fin de semana.La tensión entre nosotros era palpable, una mezcla de curiosidad y deseo.Al sentarnos en el sillón, la distancia entre nosotros disminuyó lentamente, hasta que sentí su mano en mi muslo, luego su lengua rastreando mi piel.Su toque encendió un fuego dentro de mí, una necesidad de más.Le bajé el cierre del pantalón, dejando al descubierto su miembro endurecido.Lo llevé a mi boca, saboreando el sabor de él, antes de voltear, ofreciendo mi estrecho agujero trasero.Dudó, luego se sumió, nuestros gemidos resonando en la casa vacía.El ritmo de nuestros cuerpos, la conexión cruda, fue intoxicante.Me taladraba implacablemente, sus manos agarrando mis caderas, hasta que ambos alcanzamos nuestro clímax, su liberación caliente llenando mi boca, un testimonio de nuestro deseo prohibido.